El mandamiento dado a Abraham fue, que debía
andar rectamente delante del Señor y ser perfecto.
Este mandamiento ha sido dado a los santos en todas
las épocas (véase Deuteronomio 1 8:13; Mateo 5:48).
"La salvación no viene de una sola vez; se nos
manda ser perfectos como nuestro Padre que está en
los cielos es perfecto. Nos llevará eternidades lograr
este fin, pues habrá mayor progreso más allá de la
tumba y será ahí donde los fieles vencerán todas las
cosas, y recobrarán todas las cosas, aun la plenitud de
la gloria del Padre.
"Creo que el Señor quiso decir exactamente lo que
dijo: que debemos ser perfectos como nuestro Padre
que está en los cielos es perfecto. Eso no vendrá
de una sola vez, sino línea por línea, precepto por
precepto, ejemplo por ejemplo, y aun así no mientras
vivamos en este estado mortal, porque tendremos
que ir aún más allá de la tumba antes de alcanzar esa
perfección y llegar a ser como Dios.
"Pero es aquí donde echamos los cimientos. Aquí
es donde se nos enseñan estas sencillas verdades
del evangelio de Jesucristo; en este estado de probación,
para ser preparados para esa perfección. Hoy
debemos ser mejores de lo que fuimos ayer, y mañana
mej ores de lo que somos hoy. ¿Por qué? Porque
estamos en este camino. Si estamos guardando
los mandamientos del Señor, estamos en ese camino
hacia la perfección, y eso sólo puede venir mediante
la obediencia y un ferviente deseo de nuestro
corazón de vencer al mundo."
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